TERMAS DE CARACALLA (MAQUETA)
Siglo III d.C.
Las termas eran instalaciones públicas deportivas y de baños, que gozaron de gran popularidad en Roma. Se basaron en los gimnasios helenísticos. Hombres y mujeres en diferentes lugares o en horarios distintos. Las casas poderosas también tenían pequeñas termas privadas.
Las más antiguas conocidas, las de Pompeya. Otras, las de Diocleciano, convertidas posteriormente en iglesia.
Tenían el sistema de calentamiento bajo el suelo o hipocausto, con una sucesión de piscinas a diferente temperatura. Tras desnudarse en el apodyterium, el usuario podía hacer ejercicio en la palestra, bañarse en el agua caliente del caldarium, descansar en la sala templada o tepidarium y nadar en la piscina del frigidarium. Aparte existían salas de lectura, de reuniones…
Contexto histórico: el emperador Caracalla, de la dinastía de los Severos, fue  famoso por realizar campañas militares aunque poco exitosas y en 212 d. C. conceder derechos de ciudadanía a todos los habitantes libres del Imperio.

Para completar: Comenzadas en época del padre de Caracalla Septimio Severo, se inauguran en el 216, si bien no se terminaron hasta unos años después, sufriendo además importantes reformas en épocas posteriores, concretamente durante el reinado de los dos últimos miembros de la dinastía de los Severos, Heliogábalo (218-222) y Alejandro Severo (222-235).
Sus más asiduos visitantes eran gentes “de barrio” porque las termas aristocráticas en Roma eran las de Nerón y Trajano, lo que no impidió que Caracalla quisiera hacer de éstas rival de las otras, ornándolas con magníficos materiales.
Destacan además sus soberbias dimensiones, con más de trecientos metros de lado en su fachada.
Su esquema en planta insiste en el mismo empleado en las termas de Trajano y que se repetirá más tarde en las de Diocleciano (hoy iglesia de Santa María de los Ángeles, Roma). Es decir, un gran recinto cuadrado con aulas y pistas para juegos y ejercicios atléticos, conversación, lectura, conferencias, etc. En el centro de este espacio es donde se hallaba el balneario propiamente dicho.
En las termas de Caracalla es el recinto exterior el que llega a alcanzar los trescientos metros de lado, presentando en su fachada una línea contínua de parches al exterior. En los lados se abrían hacia el fondo sendos hemiciclos de tres amplias salas cada uno, y al fondo una magnífica gradería desde la que se contemplaba el amplio patio en el que se ejecutaban diversos espectáculos.
El balneario propiamente dicho contaba también con numerosas salas, cuyo uso no siempre resulta fácilmente identificable. En los extremos laterales se abrían sendas palestras, mientras en la entrada había una gran piscina “Natatio” en primer término, flanqueada por los apoditerium o vestuarios.
Inmediatamente después se accedía al centro geométrico del balneario, ocupado por una inmensa sala triple, considerada el frigidarium, de su solemnidad y empaque dan cuenta sus dimensiones, pues medía 100 metros de longitud, 25 de anchura y hasta 35 metros de altura. Se cubre con tres bóvedas de arista, apoyadas directamente sobre el muro, aunque, a modo de ornamentación se elevan también ocho columnas adosadas. Seguía un sala de tránsito, el tepidarium o sala templada, y finalmente se llegaba a una amplia sala redonda, cubierta con cúpula de media naranja donde se localizaba el caldarium.
Los sistemas constructivos en las Termas de Caracalla son los habituales en Roma desde época de Adriano, hormigón romano característico, arcos de descarga en los muros con revestimientos de mármoles y estucos, etc. Hay, no obstante, una novedad importante: en alguna de las salas se emplea por primera vez la “pechina” como elemento que permitiera asentar cúpulas en estancias de planta cuadrangular.

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