BASÍLICA DE MAJENCIO.
s. IV
Foro de Roma
Material, lo típico romano: hormigón y revestimiento de ricos mármoles y estucos..
Los tres grandes arcos que se conservan pertenecen a la nave lateral del lado norte, dividida en tres tramos con bóveda de cañón adornada con lacunares octogonales. Se ven también restos de los contrafuertes que apoyados en el exterior de las naves laterales, servían de soporte a la nave central
Función: edificio público, ubicado en el foro cuyo nombre proviene del griego basileus (rey). Posible origen en tribunales regios helenísticos. Se dedicaban a la administración de justicia y a reuniones de carácter comercial. Esta estructura es la que adoptarán los primeros templos cristianos.
Contexto histórico: Época de Constantino, emperador famoso, ya en un contexto de crisis general del imperio romano, por  volver a reunir todo el poder del Imperio en sus manos tras la experiencia de la tetrarquía, derrotando a Majencio. En el 313, edicto de Milán, libertad religiosa para los cristianos que dejan de ser perseguidos.
Para completar: el emperador Majencio comenzó la construcción de esta famosa basílica, “Basílica Nova” que fue terminada ya en tiempos de su cuñado Constantino tras derrotar a Majencio en la batalla de Puente Milvio en el año 313.
En ella se mantiene el criterio tradicional de las construcciones basilicales, si bien ésta con un grandiosos salón cubierto con bóvedas de arista nervadas. En realidad toma como referencia el frigidarium de las Termas de Diocleciano que se acababan de inaugurar. Hasta sería posible que ambas fueran del mismo arquitecto.
Consta de una planta de tres naves dividida en tres tramos con una longitud total de 102 metros y una altura total de 102 metros y una anchura de 80 metros. La nave central consta también de tres tramos, que se cubren con bóvedas de arista. A su vez, las naves laterales se cubren con bóvedas de cañón transversales al eje axial del edificio, sirviendo en realidad de contrarresto al empuje de las bóvedas centrales. De hecho se apoyan sobre unos enormes contrafuertes, auténticos soportes de todo el sistema de cubiertas.
Estos contrafuertes estaban horadados en su parte central, permitiendo así el tránsito entre unos tramos y otros de las naves extremas. Eran tan sumamente grandes que sobresalían por encima de las naves laterales, sirviendo así de refuerzo a la parte alta de la nave central, más alta que las laterales. Para aligerar esta parte de los contrafuertes, el arquitecto perforó su grosor por medio de un arco de servicio dando como resultado un antecedente del arbotante gótico. A parte de estos elementos, otras ocho columnas estriadas gigantescas simulaban soportar el peso de las bóvedas centrales, aunque su función era más de tipo ornamental.
El eje longitudinal de la nave central se subrayaba gracias aun ábside que remataba el muro occidental y del nártex columnado (pórtico) que daba acceso desde la parte oriental.
Después de la derrota de Majencio, Constantinno introdujo algunas novedades, entre otras la creación de un segundo eje transversal al primero, al abrir un segundo ábside en el eje norte y un pórtico de entrada en el lado sur
Al interior destacaba no sólo su grandiosidad (47 metros de salón central) sino su lujo oriental, lo cual contrastaba curiosamente con la imagen externa del edificio, dejando el ladrillo visto, monócromo y austero. El revestimiento era muy lujoso a base de placas de mármol y estuco; y la luz acentuaba aun más la sensación de amplitud, al abrirse en las paredes amplios ventanales que iluminaban generosamente todo el espacio interior.
En la actualidad sólo es visible el ala norte con sus tres tramos abovedados de cañón transversales.
Ya en el siglo II a. C. existían las de Pompeya y la Emilia y Sempronia del Foro Romano.
Constaban de una amplia sala rectangular dividida en tres naves por filas de columnas, siendo la central más alta que las laterales, para que pudiera iluminarse directamente. Prevalecía de esta forma un marcado eje longitudinal en la concepción de su espacio.
Este esquema constructivo es el que aprovecharán las primeras construcciones cristianas cuando esta religión adquiera la legalización en Roma a partir del 313 de ahí el nombre de las futuras basílicas cristiana.

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