AUGUSTO PRIMA PORTA
AUGUSTO PRIMA PORTA.
20 d.C.
El hecho de que vaya descalzo prueba que Octavio ya estaba en el Olimpo. Fue divinizado tras su muerte en 14 d.C. Augusto ha sido retratado descalzo, como los antiguos héroes olímpicos, y un Cupido (que cabalga sobre un delfín) le abraza la pierna, simbolizando su inmortalidad como heredero de la diosa Venus a través de Eneas. Todas estos refinamientos estilísticos y símbolos herméticos revelan una clara inspiración griega del retrato oficial, que los emperadores romanos convirtieron en instrumento de propaganda gubernamental, cuya función política era muy evidente: se trataba de mostrar al pueblo romano que el emperador —Augusto, en este caso— era un ser excepcional, equiparable a los antiguos héroes mitológicos, e incluso digno de ascender a la divinidad del Olimpo. ¿Quién mejor que él para gobernar Roma?
Para completar: con la llegada al poder de Augusto y el consecuente inicio de la etapa imperial, se impone un nuevo criterio a la hora de plasmar la imagen oficial del Emperador. Por ello se considera necesario cambiar en cierto sentido el tratamiento tradicional del retrato propio de la etapa republicana, a pesar del enorme arraigo que tenía. Se impone así una plástica más clasicista y de tradición griega, donde Augusto aparece con cánones y proporciones clásicas, composiciones en contraposto, un rostro idealizado, ojos grandes y pelo a flequillo.
Prima Porta es un lugar al que Livia se retira a la muerte de Augusto en el año 14. De entre las muchas estatuas que allí había, destacaba ésta de Augusto en bronce o en oro, de la que Livia manda hacer una copia en mármol, cuyo original se encontró en el siglo XIX, constituyendo tal el mejor retrato conservado de Augusto.
La copia está claramente inspirada en el “Doríforo” de Policleto, aunque con algunas variantes: Augusto aparece arengando a las tropas y por ello aparece extendiendo el brazo hacia el frente, asimismo la pierna izquierda se dobla mucho más
Para agilizar la estática del modelo de policlético. No falta por ello esa tendencia aludida a la inspiración clásica, patente en el contraposto, la idealización del gesto y el trabajo de los paños.
La copia estaba policromada como lo prueban los numerosos restos de dorado, púrpura, azul, etc., lo que acentuaría sin duda el efecto de la pieza.
Iconográficamente la obra es igualmente interesante, no sólo por la nueva tipología del retrato imperial sino por los aditamentos de su indumentaria. Viste el emperador una túnica corta y una coraza “Imagen thoracata", en la que se representan en relieve numerosos símbolos: el cielo en la parte superior extendiendo su manto, la Tierra en la parte inferior, Apolo y Diana sobre ella. En el centro un representante de Roma y la Loba mítica de la ciudad. Tampoco falta la representación de Marte (talvez en alusión a Tiberio, su sucesor), así como las provincias recién conquistadas (Germania, Hispania y Galia).
Las facciones del emperador están recogidas en un ejercicio de retrato psicológico insuperable, a pesar incluso del idealismo gestual antes aludido.
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